Siempre existirá la opción de renunciar a tus sueños, de dejarte vencer por la presión del NO SE PUEDE. Siempre cabrá la posibilidad de abandonar las metas y sucumbir ante el desespero y el afán de la inmediatez. Siempre tendrás la oportunidad de elegir el otro lado del camino, o podrás simplemente detenerte y dejar pasar el tiempo como una bola de heno que da vueltas sobre la arena a una velocidad constante, neutra, monótona y sentenciosa. Las excusas nunca se ausentarán si se trata de justificar la carencia de deseos o la pérdida de motivos para continuar el camino, todo esto puede pasar y no está mal.
Como tampoco lo esta tomar aire y respirar; pues sólo si nos aferramos al origen que algún día se encargó de darle alas la imaginación, que encendió la pasión de las fibras que hacen vibrar el corazón; sólo si olvidamos el cómo y recordamos el para qué, lograremos desprendernos del temor a caernos y entonces estaremos nuevamente listos para creer en nosotros mismos, asumiendo el riesgo de vivir SIN MIEDOS, o con ellos, pero con la certeza de que nada pasa antes ni después. De que el camino no está marcado hasta que decidimos pisar, porque por más de que vayamos guiados por un rastro, son nuestras propias huellas las que contarán esta historia y no hay otra, no hay más.
El coraje se forja con la intensidad de las pruebas, así como el carácter se pule con la fuerza de los obstáculos y el verdadero guerrero se hace con la experiencia de las batallas dadas. Por eso la revelación de la sabiduría no es cuestión de teoría sino de la demostración a través de la práctica, y sólo demuestra su talento quien se atreve a fracasar porque sabe que la falta de acción ya es en sí un fracaso, mientras que el intento de algo diferente, la prueba y el error, son parte de un crecimiento necesario para la transformación, para la CREAción y consolidación de un sueño que se convierte en realidad en el momento en que quien lo sueña osadamente se levanta a hacer que este pase.
Tal vez esa es la sutil pero letal diferencia entre un iluso y un soñador: el ilusión imagina y bosquejea ideales mientras que el soñador proyecta y se compromete con que esa sea su más próxima realidad. Tal vez es esa también la pequeña distancia que hay entre los caballeros de armadura y los guerreros de sangre; los primeros cuelgan sus triunfos sobre su pecho y los exhiben con orgullo para ser reconocidos, mientras que los segundos terminan una batalla y se alistan para la siguiente con la firme convicción de defender su nombre y proteger a los suyos logrando así ser APRECIADOS.
Siempre existirá la opción de renunciar a tus sueños pero la satisfacción y el sabor de gozártelos sólo llegará cuando elijas no dejar de soñar y pararte a trabajar por ellos.
lunes, 16 de diciembre de 2013
martes, 10 de diciembre de 2013
Un día como hoy!
En la fragilidad de la vida se desconoce el poder de la misma y su efímero existir... Hoy, como todos, un día de vida que no deja de oler a muerte manteniéndonos conscientes de lo que es la realidad. Por un momento, sólo por un momento quisiera perpetuar en mi mente la idea de aprovechar el aquí y el ahora, de gozarme hasta la última gota, porque finalmente nunca sabré que fue la última... sólo por un momento y después por el siguiente y el que le sigue y el de después. Por un momento valdría la pena recordar que no hay oscuridad absoluta ni luz que no se pueda aprovechar; que nada es tan grave como para dejar de luchar y que el final no avisa pero llega cuando tiene que llegar.
Entre el poder y la fuerza siempre habrá un espacio prudente, un silencio certero y una puerta abierta. Siempre existirá la opción de mirar u observar, de respirar o desesperar, de abandonar o asumir con o sin responsabilidad. Solo de nosotros depende elegir una posición que nos hará libres o nos condenará, pero inevitablemente de la vida no vamos a escapar, ni a la muerte nos le podremos ocultar.
A veces no se trata de ponerle tanta mente... a veces se piensa mejor con el corazón. A veces es mejor no encontrar razones sino despertar emociones y permitir que sea la anatomía la que otorgue las respuestas, antes de que la mente elabore complejas teorías y explicaciones innecesarias de lo que no necesita ser entendido pero en cambio si sentido. La vida se hace en la medida en que somos entendiendo o sin entender, pues el tiempo no se detendrá con paciencia para darnos la razón ni mucho menos para esperar a que aceptemos lo que fue. Entonces, para qué seguir buscando respuestas que no llegarán sino con la experiencia? Para qué dedicar tanto tiempo a entender si aún sin hacerlo la vida seguirá pasando y seguiremos muriendo?
Que no sea mas fuerte el ruido del ambiente que la voz del corazón, porque de esa manera el poder de los sueños perdería fuerza y enaltecería la lógica de un mundo irracional que juega a tener la razón y a enmarcar en moldes lo que no nació para caber, atreviéndose absurdamente a manipular la inspiración y creación única del autor. Un autor definitivamente nunca hace dos obras iguales y la firma siempre la llevará el original aún cuando existan copias.
Que no sea más fuerte el brillo del telón que la armonía del actor y su dominio de las tablas, porque aún cuando la escena parezca lenta y aburrida no podría ocurrir si éste no estuviera ahí. La vida no es vida si no hay quien la viva y al vivirla la muera, la haga, la sea. No se puede perder la calma, o de hecho si se puede, y se pierde... pero no se justifica, si tenemos en cuenta que el libreto ya tiene tiempos y por mas de que corramos no nos vamos a adelantar, ni por más de que nos detengamos el tiempo dejará de pasar.
Hoy, como todos los días, merece la pena celebrar la vida, abrazar la muerte y elegir con sutileza o sin ella, cómo deseamos estar a pesar de las circunstancias, sin evadir o negar lo que es, pues de alguna manera es, porque así lo permitimos, por acción u omisión, a consciencia o desprevenidamente, antes o después...
Entre el poder y la fuerza siempre habrá un espacio prudente, un silencio certero y una puerta abierta. Siempre existirá la opción de mirar u observar, de respirar o desesperar, de abandonar o asumir con o sin responsabilidad. Solo de nosotros depende elegir una posición que nos hará libres o nos condenará, pero inevitablemente de la vida no vamos a escapar, ni a la muerte nos le podremos ocultar.
A veces no se trata de ponerle tanta mente... a veces se piensa mejor con el corazón. A veces es mejor no encontrar razones sino despertar emociones y permitir que sea la anatomía la que otorgue las respuestas, antes de que la mente elabore complejas teorías y explicaciones innecesarias de lo que no necesita ser entendido pero en cambio si sentido. La vida se hace en la medida en que somos entendiendo o sin entender, pues el tiempo no se detendrá con paciencia para darnos la razón ni mucho menos para esperar a que aceptemos lo que fue. Entonces, para qué seguir buscando respuestas que no llegarán sino con la experiencia? Para qué dedicar tanto tiempo a entender si aún sin hacerlo la vida seguirá pasando y seguiremos muriendo?
Que no sea mas fuerte el ruido del ambiente que la voz del corazón, porque de esa manera el poder de los sueños perdería fuerza y enaltecería la lógica de un mundo irracional que juega a tener la razón y a enmarcar en moldes lo que no nació para caber, atreviéndose absurdamente a manipular la inspiración y creación única del autor. Un autor definitivamente nunca hace dos obras iguales y la firma siempre la llevará el original aún cuando existan copias.
Que no sea más fuerte el brillo del telón que la armonía del actor y su dominio de las tablas, porque aún cuando la escena parezca lenta y aburrida no podría ocurrir si éste no estuviera ahí. La vida no es vida si no hay quien la viva y al vivirla la muera, la haga, la sea. No se puede perder la calma, o de hecho si se puede, y se pierde... pero no se justifica, si tenemos en cuenta que el libreto ya tiene tiempos y por mas de que corramos no nos vamos a adelantar, ni por más de que nos detengamos el tiempo dejará de pasar.
Hoy, como todos los días, merece la pena celebrar la vida, abrazar la muerte y elegir con sutileza o sin ella, cómo deseamos estar a pesar de las circunstancias, sin evadir o negar lo que es, pues de alguna manera es, porque así lo permitimos, por acción u omisión, a consciencia o desprevenidamente, antes o después...
jueves, 5 de diciembre de 2013
Y al final solo nos queda evaluar
Los
pasos que diste ya quedaron atrás y los sueños que dejaste dormidos ya no van a
despertar. Estas de frente a un nuevo final; ha pasado un año más que cargará
de momentos, de recuerdos e historias este cuerpo que habitas o que te habita
mientras existes o pretendes existir. Las palabras que dijiste no dirán más que
los abrazos que ofreciste y tus actos pesarán más que las ganas de haber hecho
y no concretar, pues las intenciones valen cuando es más fuerte el deseo de acción
que el temor a la reacción.
Cierra
capítulos con tintes de victoria porque aún cuando no hayas alcanzado el
resultado esperado, la experiencia será parte de un aprendizaje que con
seguridad te hará libre pero a la vez responsable de saber, de ser y crecer. Nada
es inocente y todos los puntos se conectan cuando tomas consciencia de que no
hay mayor responsable de lo que te pasa que tu mismo. Por eso no te justifiques con excusas para alivianar
el peso de no haberte cumplido, pero tampoco te condenes a ser preso del pasado
que ya fue y más bien ocúpate en hacer que pase lo que quieras que pase y
construir el presente que quieres que sea.
Este
examen no se pasa con la ley de arrastre
porque el resultado es personal aunque sus efectos sean colectivos. Eres
tu quien se podrá sentir o no satisfecho con los logros obtenidos y eres tu
quien se habrá acercado o alejado a esa persona que quieres ser. Eres tu quien
medirá tu desempeño, pues solo tu te encontrarás contigo mismo en este punto
del camino y entenderás si es ahí donde esperabas estar. No vale la pena la
aprobación de afuera cuando no es a ti a quien le has cumplido. Así que no te
conformes con los aplausos del público que solo ve una puesta en escena y no el
trabajo previo para el montaje final.
De
nada sirve ahora el arrepentimiento de lo que hubiera sido y no hicimos que
fuera si no hay convicción y compromiso con seguir soñando, aterrizados en un
mundo real que se mezcla con la fantasía solo cuando hacemos que las cosas
pasen, solo cuando vivificamos los pensamientos que son el principio de todo,
pero que no dejan de ser solo el principio cuando los dejamos reposando en la
mente.
La
vida está hecha para vivirla. En realidad la vida no está hecha, la hacemos
cuando somos y transformamos lo que somos en lo que hacemos. La vida la
construimos a partir de la valentía con que defendemos nuestros sueños y nos levantamos
a trabajar por ellos creyendo y creándonos, inspirados por la fuerza más
poderosa que habita el mundo: el amor. Y
al final solo nos queda evaluar, o evaluarnos sin vendajes y honestamente
parados frente al espejo, dispuestos a rendirnos cuentas a nosotros mismos sin
contemplaciones ni consideraciones. Abiertos a recibirnos y abandonarnos si es
necesario, para volver a encontrarnos y en un abrazo entre el alma y la carne, comprometiéndonos
con ser lo que queremos ser yendo más allá de la palabra y encarnando el deseo
de ser EN ACCIÓN.
sábado, 20 de julio de 2013
No soy una princesa...
Leí
cierta carta que le escribe un padre a su hija después de haberse encontrado en
internet una incalculable cantidad de artículos dirigidos a las mujeres, en
donde aconsejan cómo conservar a un hombre a su lado y mantener intacto el
interés que ellas despertaron alguna vez en su pareja. Que triste pero que
cierto es la cantidad de tiempo que dedicamos nosotras en satisfacerlos a
ellos, casi como en una negociación de sentimientos semejante a cualquier fría
transacción comercial.
El
amor más sincero entre un hombre y una mujer y de una mujer a un hombre, sin
duda alguna es y será el de un padre por su hija y el de una hija por su padre,
y gracias a Dios doy fe de esto. No habrá hombre más interesado en una mujer
que un padre en su hija y por esto será siempre su mayor guardián y admirador,
aún cuando sea a su vez quien más le exija.
Soñé
mucho años con el príncipe azul hasta que descubrí que los príncipes se
enamoran de princesas y yo no quiero ser princesa. Soy una mujer de carne y
hueso que amanece despeinada, se tiene que depilar para ir a la playa y maldice
cuando se pega en el dedo chiquito del pie. Soy una mujer que acalorada se pone
roja y cuando maneja por mas de 30 minutos se baja del carro con la camisa
arrugada y los tacones en la mano. No soy una princesa y no quiero un príncipe
azul. Soy una mujer imperfecta y además en constante construcción que tienen
las rodillas raspadas de caerse por haber caminado fuera del camino trazado.
No
soy una princesa y no quiero un príncipe azul. Las calabazas sólo me han
servido para darle color a la ensalada y de vez en cuando para una sopa, aunque
no es mi preferida, pero nunca como carruaje para llegar a un baile jalada por
corceles blancos que después de las doce se convierten en ratones. Soy una
mujer que se toma el te, muchas veces a pico de botella y no en una tacita de
plata; que para comer torta de chocolate y entrar en los pantalones se levanta
por la mañana a hacer ejercicio y cambia la harina de la comida por una
aburrida porción de lechuga. Definitivamente no soy una princesa.
Soy
una mujer que baila al ritmo que le pongan, eso sí, sin tacones porque prefiero
la comodidad que el glamour que me dan 5 o 7 cms de más. Soy una mujer que usa la servilleta de tela
para limpiar el chorrión que hago cuando al envolver la pasta en el tenedor
saltan unas gotas de salsa y caen sobre el almidonado mantel. No soy una
princesa perfecta y no quiero un príncipe azul.
Soñé
por muchos años con el príncipe azul, pero hoy me he dado cuenta de que lo que
menos quiero es vivir en un castillo encantado complaciendo y haciendo
esfuerzos para mantener interesado al hombre que esté a mi lado. Quiero ser la
mujer que soy aun cuando no me entre la zapatilla y que al besar el sapo la
sorpresa que me lleve sea una infección en la boca y no su transformación.
Quiero tener a mi lado un hombre que vea el brillo de mis ojos y no de mi
gargantilla; que comprenda que mis lágrimas son el sudor de un corazón en
ejercicio y que sonrío no ante el flash de la foto sino ante la luz de los momentos
sublimes de la vida.
Quiero
un hombre a mi lado que no me abra la puerta del carro, eso yo lo puedo hacer,
pero que me abra las puertas de su alma y comparta conmigo sus sueños para
soñarlos juntos y trabajar por ellos. Quiero un hombre sincero que me pida la
mano no para ponerme una argolla sino para tomarla entre las suyas e invitarme
a caminar e ir descubriendo el mundo y construyendo nuestro propio hogar.
Quiero un hombre imperfecto que me enseñe a apreciar, que se ría de mis apuntes
aunque no sean filosóficos y no tengan nada de intelectual. No quiero un
príncipe azul, quiero un hombre de verdad.
Quiero
un hombre que no espere que le tenga planchadas todas las camisas, pero que con
toda tranquilidad sepa que jamás le arrugaré su alma; que tenga claro que si yo
cocino el menú no será muy vareado, pero que a mi lado siempre descubrirá
nuevos sabores. Quiero un hombre que no me prometa estar conmigo el resto de la
vida pero que en cambio con su compañía, cada día sea el mejor de mi vida. Quiero un hombre que me acepte despeinada y
sin maquillaje porque entiende que mi mejor pinta es la transparencia de mi
corazón y esa sale con todo.
No
quiero un príncipe azul porque no soy una princesa, simplemente quiero estar
con un hombre que se deje amar y ame con alma, vida y corazón; que comprenda
que nací mala para ahorrar y por eso no me contengo cuando se trata de
entregar; que le canto a la vida sin pensar que tan bien se escucha, que regalo
abrazos sin ser quincena, hago cosquillas sin batería y creo que la felicidad
si existe y vive dentro de mi.
Dejé
de soñar con el príncipe azul y ahora no pretendo aprisionar a un hombre ni
mucho menos desgastarme convenciéndolo de que me quiera, porque se que el amor
es libre y así como conquisté a mi papá, simplemente siendo, conquistaré al
hombre que esté dispuesto a emprender un vuelo a mi lado, en donde no habrá
falta seguros por más de que el camino sea incierto; no habrá hada madrina pero
nunca faltará la magia que se poza en la mirada del ser que cree y ama. No
quiero ser una princesa y por eso no busco un príncipe azul.
miércoles, 3 de julio de 2013
Perder el miedo a perder
Venía pensando que las cosas se dan cuando se tienen que dar; ahora
estoy segura de que las cosas se dan cuando hacemos que se den, porque no hay
efectos sin causas ni accidentes sin consecuencias. Hay que dar el paso y
atreverse siendo autores y no espectadores de nuestra propia obra que existe,
gracias a que somos, pues si no fuéramos no habría obra. Dejar atrás el miedo al fracaso y actuar sin
esperar a que las cosas ocurran por si solas abre la posibilidad de conocer el
sabor del éxito; pero detenerse ante ese miedo, es fracasar sin ni siquiera
haberlo intentado por pretender protegernos de un supuesto que no ha sido y que
posiblemente tampoco será.
Jamás vas a perder lo que nunca has tenido y si el miedo a
perderlo te paraliza, ten la seguridad de que ya lo habrás perdido. Para
conseguir aquello que quieres deberás moverte en esa dirección y conseguirlo,
de lo contrario jamás llegará. El miedo repele mientras que el amor atrae; el
miedo quita cuando el amor entrega; el miedo te priva y el amor te premia, solo
tu elijes cómo quieres jugar. Sin embargo ninguna victoria estará asegurada y
desde que entras al juego debes tener consciencia de que estás en riesgo, pero
por el simple hecho de haber jugado habrá una ganancia: la experiencia, algo
que nadie te podrá robar.
El momento perfecto nunca será, a menos de que así lo crees
liberándote del miedo y siendo ya, no después. Aplazar es matar la posibilidad
del ahora y entregarse al fracaso de lo que pudiste ser y no fuiste, de lo que
pudiste conseguir y te negaste; aplazar es entregarse a la estática de lo
seguro en donde solo el tiempo pasa, tiempo vacío, tiempo muerto, no tiempo;
aplazar es perder, y si el temor es al fracaso, el aplazamiento no podrá ser tu
arma, pues perder es fracasar y no se puede combatir un mal con otro.
Si no puedes perder lo que no tienes ¿por qué no te arriesgas a
conseguirlo? Cuando no tienes, todo lo que obtengas será más de lo que antes
tenias, por lo tanto habrá ganancia y la ganancia es evolución si se sabe
capitalizar. El esfuerzo se recompensa proporcionalmente, entonces, si después
de darlo todo no obtienes lo que quieres, es tal vez porque merecías más y no
alcanzabas a verlo. Pero la vida se encargará de que no te conformes y
conseguirás lo que mereces. Tus resultados serán los que deben ser: ni menos ni
más, simplemente los justos aunque te sorprendas.
La vida es de quienes se arriesgan, de los que se lanzan y
abandonan el miedo porque saben que el fracaso jamás corre más rápido que
quienes se paran por lo que quieren; y que si los llegara alcanzar, sus ganas
son más fuertes y la experiencia les dará fortaleza para volver a arrancar más
despiertos, más grandes y capaces. La vida es de quienes viven ahora sin
olvidar su pasado pero sin condenar su futuro; es de quienes elijen SER y estar
aquí haciendo que cada minuto cuente y contando su historia en cada minuto. La
vida es, simplemente de quienes se permiten ser.
martes, 30 de abril de 2013
Tu mejor Medalla
Y mañana cuando llegues a la meta imagina que estoy ahí, parada,
esperándote con los brazos abiertos y orgullosa de ver como te has cumplido y
por eso recibirás tu mejor medalla. Me sentiré feliz y reconoceré el gran esfuerzo que has hecho sin
importar el puesto en el que llegues, pues he comprendido que lo más importante
no es llegar de primeras sino haber sabido llegar. Eres el campeón de tu vida y
único dueño de cada uno de los pasos que te ha traído hasta la meta; sólo tu
podrás evaluar tu desempeño reconociendo la intensidad con la que decidiste
hacer la carrera y el esfuerzo que elegiste meterle a cada etapa. No midas los
kilómetros recorridos por el número de pasos que diste pero en cambio sí
recuerda la sensación de libertad mientras corrías a tu ritmo y el viento
atrevido golpeaba tus mejillas. Recuerda también como fuiste pasando gente y al
mismo tiempo otros te pasaron, a veces
entorpeciendo tu camino pero sin detenerte. Asegúrate de haber tomado unas
buenas fotos, quizás ese camino jamás lo vuelvas a recorrer, y de así hacerlo
con seguridad no encontrarás el mismo paisaje pues la vida es de cambios y no
hay momentos estáticos. Supe que lo lograrías desde el momento de la largada,
porque con sólo haber querido dar tu primer paso y atreverte a hacerlo, demostraste
que eran más grandes tus deseos de conocer la meta, que tus miedos y ese
calambre que recorre todo nuestro cuerpo momentos antes de escuchar la señal de
salida. No cuentes a los que llegaron
antes que tu y tampoco te fijes en cuantos llegarán después, eso en realidad lo
único que demuestra es que cada cual lleva su ritmo, pero el record que en
verdad debes batir, es el tuyo propio. Eres el campeón de tu vida y el valor de
la medalla que rodeará tu cuello no estará dado por los quilates del oro en que
esté bañada, sino por la fuerza y participación con que hayas decidido correr
esta carrera, y eso sólo tu lo sabrás y los demás simplemente sentiremos el
impacto de tu marcha.
lunes, 22 de abril de 2013
Debemos saber...
Debemos
saber que no existe una receta para cocinar el amor perfecto, pero que sí
existen algunos ingredientes que garantizarán un buen sabor. Hay que empezar
por entender que nada es eterno, todo está en constate cambio y esa es la vida:
cambiar. Hoy dejamos de ser esa persona que fuimos ayer y tampoco somos la que
seremos mañana. Eso mismo le pasa a nuestra pareja, por eso no podemos
alimentar nuestros sentimientos de recuerdos que nos apegan a esa persona que
fuimos y nos enamoran de esa persona que era nuestra pareja. Debemos amar el
cambio y aceptarlo, de resistirnos a este sólo nos quedará el agotamiento.
Cuando
dejamos de ocuparnos en construir el amor es cuando éste aparece, pues nos
damos cuenta de que el amor no se forza, no se planea, no se fabrica, el amor
simplemente se da. Lo que se construye son las relaciones, no el sentimiento; y con la primera persona
que debemos construir una relación es con nosotros mismos, sólo así podremos
construir relaciones con los demás. Debemos saber que no existe una receta para
cocinar el amor perfecto, pero sí existen algunos ingredientes que garantizarán
un buen sabor.
El
respeto es tal vez uno de los ingredientes esenciales. Cuando hay respeto puede
haber amor pero cuando no lo hay sólo habrá dolor. Todo empieza por uno mismo,
y para exigir respeto debemos ser nosotros mismos los primeros en respetarnos,
y respetarnos es aceptarnos como somos: con nuestras luces y nuestras sombras.
Aceptar no quiere decir renunciar al cambio y escudarse en “yo soy así” para
validar nuestros errores, NO. Aceptarse quiere decir reconocernos y entender
cómo ese Yo que soy hoy puede ayudar o atajar a ese yo que voy a ser mañana, a
ese yo que quiero ser. Si no sirve, cámbielo sin contemplaciones. No
contemplemos nuestros defectos excusándonos en lo dura que ha sido la vida con
nosotros, en los traumas de la infancia o en las heridas que nos “han” vuelto
en lo que somos, no contemplemos nuestras dificultades ni mucho menos las
ignoremos, sólo aceptémoslas para cambiarlas. Ese cambio debe ser una decisión
personal y consciente, por eso respeto es no pretender cambiar al otro. Respeto
es aceptarlo con sus luces y sus sombras y de buena manera invitarlo al cambio,
pero jamás pretender cambiarlo o peor aún condicionar nuestro sentimiento a ese
cambio.
Respetarme
y respetar. Respetar es saberse diferente al otro y amar esas diferencias
fortaleciendo y disfrutando de esos puntos en común que nos hicieron
enamorarnos. Respeto es escuchar sin juzgar, sin asumir ni suponer. Respeto es
entender que no somos iguales y mucho menos pensamos igual, por eso no podemos
asumir o suponer sin antes preguntar y escuchar la respuesta sin juzgar.
Respeto es opinar sin imponer y valorar las opiniones del otro, aún cuando no
las compartamos. Respetar es amar con los ojos cerrados.
La
honestidad es otro ingrediente que no puede faltar. Ser honesto con uno mismo y
permitirse pensar y sentir lo que sea, incluso cuando parezca estúpido, ilógico
o malo. Hay que empezar por entender que todos los sentimientos y los
pensamientos son válidos, de no serlo no existirían, lo que hace la diferencia
es lo que elegimos hacer con ellos. No podemos engañarnos a nosotros mismos por
más de que lo intentemos, debemos ser honestos y decirnos siempre la verdad aunque
nos duela; el hecho de que cerremos las cortinas no hará que el sol deje de
existir. Ser honestos es hablar las cosas como son y sin maquillaje pero con
respeto. Cuando hay honestidad, hay confianza y cuando hay confianza puede
haber amor. Ser honesto conmigo para hablar de frente y desnudarnos de cara al
otro, sin engaños ni agendas ocultas; ser honesto mas que un esfuerzo es una
necesidad que nace del amor que nos tenemos. Ser honesto es abrir el alma a
través de los ojos.
Cuando
hay honestidad, hay confianza y ésta es imprescindible en el amor. Confío en mi
y en todo lo que tengo para darle a mi pareja. Confío en que es mi forma de
ser, mi belleza y autenticidad el 50% de lo que hace que exista ese amor, que
surjan sentimientos lindos y haya enamoramiento. Confío en mi y abro las
puertas de mi corazón a esa persona especial, porque me respeta y es honesta
conmigo. La confianza es el mejor regalo que nos podemos dar y el mejor tesoro
que podemos ofrecer a los demás, hay que saber entregarla y asimismo saber
recibirla. Confianza es creer, creer en la palabra, creer en el silencio, creer
en la presencia y creer en la ausencia. Confianza es creer en los sueños del
otro y atreverse a soñar en compañía, trabajando juntos para convertir los
sueños en hechos, en una nueva realidad. Confianza es cerrar los ojos para
amar.
Sin
duda alguna hay millones y millones de maneras de amar, de vivir el amor y de
enamorarse. Sin duda tampoco hay reglas ni manuales para hacerlo, así como no
hay estrategias infalibles ni formulas perfectas. Lo más importante es siempre
escuchar al corazón y empezar por uno mismo porque es con nosotros mismos con
las únicas personas con las que pasaremos el resto de nuestras vidas y somos
las primeras personas de las que tenemos que enamorarnos. Dando ese primer
paso, todo empezará a tomar su lugar, sin tantos planes, de manera natural y
espontánea.
Debemos
saber que no existe una receta para cocinar el amor perfecto, que nada es
eterno, todo está en constate cambio, que el único día que tenemos es hoy y que
la mejor forma de que las cosas pasen es hacer que pasen. Debemos entender que
el amor nace de adentro, que los ojos sólo ven formas y las formas dejan de
existir cuando no se nombran, mientras que la esencia es y permanece. Debemos
saber que la mejor manera de aprender del amor es amando y dejándonos amar.
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