Venía pensando que las cosas se dan cuando se tienen que dar; ahora
estoy segura de que las cosas se dan cuando hacemos que se den, porque no hay
efectos sin causas ni accidentes sin consecuencias. Hay que dar el paso y
atreverse siendo autores y no espectadores de nuestra propia obra que existe,
gracias a que somos, pues si no fuéramos no habría obra. Dejar atrás el miedo al fracaso y actuar sin
esperar a que las cosas ocurran por si solas abre la posibilidad de conocer el
sabor del éxito; pero detenerse ante ese miedo, es fracasar sin ni siquiera
haberlo intentado por pretender protegernos de un supuesto que no ha sido y que
posiblemente tampoco será.
Jamás vas a perder lo que nunca has tenido y si el miedo a
perderlo te paraliza, ten la seguridad de que ya lo habrás perdido. Para
conseguir aquello que quieres deberás moverte en esa dirección y conseguirlo,
de lo contrario jamás llegará. El miedo repele mientras que el amor atrae; el
miedo quita cuando el amor entrega; el miedo te priva y el amor te premia, solo
tu elijes cómo quieres jugar. Sin embargo ninguna victoria estará asegurada y
desde que entras al juego debes tener consciencia de que estás en riesgo, pero
por el simple hecho de haber jugado habrá una ganancia: la experiencia, algo
que nadie te podrá robar.
El momento perfecto nunca será, a menos de que así lo crees
liberándote del miedo y siendo ya, no después. Aplazar es matar la posibilidad
del ahora y entregarse al fracaso de lo que pudiste ser y no fuiste, de lo que
pudiste conseguir y te negaste; aplazar es entregarse a la estática de lo
seguro en donde solo el tiempo pasa, tiempo vacío, tiempo muerto, no tiempo;
aplazar es perder, y si el temor es al fracaso, el aplazamiento no podrá ser tu
arma, pues perder es fracasar y no se puede combatir un mal con otro.
Si no puedes perder lo que no tienes ¿por qué no te arriesgas a
conseguirlo? Cuando no tienes, todo lo que obtengas será más de lo que antes
tenias, por lo tanto habrá ganancia y la ganancia es evolución si se sabe
capitalizar. El esfuerzo se recompensa proporcionalmente, entonces, si después
de darlo todo no obtienes lo que quieres, es tal vez porque merecías más y no
alcanzabas a verlo. Pero la vida se encargará de que no te conformes y
conseguirás lo que mereces. Tus resultados serán los que deben ser: ni menos ni
más, simplemente los justos aunque te sorprendas.
La vida es de quienes se arriesgan, de los que se lanzan y
abandonan el miedo porque saben que el fracaso jamás corre más rápido que
quienes se paran por lo que quieren; y que si los llegara alcanzar, sus ganas
son más fuertes y la experiencia les dará fortaleza para volver a arrancar más
despiertos, más grandes y capaces. La vida es de quienes viven ahora sin
olvidar su pasado pero sin condenar su futuro; es de quienes elijen SER y estar
aquí haciendo que cada minuto cuente y contando su historia en cada minuto. La
vida es, simplemente de quienes se permiten ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario