Los
pasos que diste ya quedaron atrás y los sueños que dejaste dormidos ya no van a
despertar. Estas de frente a un nuevo final; ha pasado un año más que cargará
de momentos, de recuerdos e historias este cuerpo que habitas o que te habita
mientras existes o pretendes existir. Las palabras que dijiste no dirán más que
los abrazos que ofreciste y tus actos pesarán más que las ganas de haber hecho
y no concretar, pues las intenciones valen cuando es más fuerte el deseo de acción
que el temor a la reacción.
Cierra
capítulos con tintes de victoria porque aún cuando no hayas alcanzado el
resultado esperado, la experiencia será parte de un aprendizaje que con
seguridad te hará libre pero a la vez responsable de saber, de ser y crecer. Nada
es inocente y todos los puntos se conectan cuando tomas consciencia de que no
hay mayor responsable de lo que te pasa que tu mismo. Por eso no te justifiques con excusas para alivianar
el peso de no haberte cumplido, pero tampoco te condenes a ser preso del pasado
que ya fue y más bien ocúpate en hacer que pase lo que quieras que pase y
construir el presente que quieres que sea.
Este
examen no se pasa con la ley de arrastre
porque el resultado es personal aunque sus efectos sean colectivos. Eres
tu quien se podrá sentir o no satisfecho con los logros obtenidos y eres tu
quien se habrá acercado o alejado a esa persona que quieres ser. Eres tu quien
medirá tu desempeño, pues solo tu te encontrarás contigo mismo en este punto
del camino y entenderás si es ahí donde esperabas estar. No vale la pena la
aprobación de afuera cuando no es a ti a quien le has cumplido. Así que no te
conformes con los aplausos del público que solo ve una puesta en escena y no el
trabajo previo para el montaje final.
De
nada sirve ahora el arrepentimiento de lo que hubiera sido y no hicimos que
fuera si no hay convicción y compromiso con seguir soñando, aterrizados en un
mundo real que se mezcla con la fantasía solo cuando hacemos que las cosas
pasen, solo cuando vivificamos los pensamientos que son el principio de todo,
pero que no dejan de ser solo el principio cuando los dejamos reposando en la
mente.
La
vida está hecha para vivirla. En realidad la vida no está hecha, la hacemos
cuando somos y transformamos lo que somos en lo que hacemos. La vida la
construimos a partir de la valentía con que defendemos nuestros sueños y nos levantamos
a trabajar por ellos creyendo y creándonos, inspirados por la fuerza más
poderosa que habita el mundo: el amor. Y
al final solo nos queda evaluar, o evaluarnos sin vendajes y honestamente
parados frente al espejo, dispuestos a rendirnos cuentas a nosotros mismos sin
contemplaciones ni consideraciones. Abiertos a recibirnos y abandonarnos si es
necesario, para volver a encontrarnos y en un abrazo entre el alma y la carne, comprometiéndonos
con ser lo que queremos ser yendo más allá de la palabra y encarnando el deseo
de ser EN ACCIÓN.
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