Siempre existirá la opción de renunciar a tus sueños, de dejarte vencer por la presión del NO SE PUEDE. Siempre cabrá la posibilidad de abandonar las metas y sucumbir ante el desespero y el afán de la inmediatez. Siempre tendrás la oportunidad de elegir el otro lado del camino, o podrás simplemente detenerte y dejar pasar el tiempo como una bola de heno que da vueltas sobre la arena a una velocidad constante, neutra, monótona y sentenciosa. Las excusas nunca se ausentarán si se trata de justificar la carencia de deseos o la pérdida de motivos para continuar el camino, todo esto puede pasar y no está mal.
Como tampoco lo esta tomar aire y respirar; pues sólo si nos aferramos al origen que algún día se encargó de darle alas la imaginación, que encendió la pasión de las fibras que hacen vibrar el corazón; sólo si olvidamos el cómo y recordamos el para qué, lograremos desprendernos del temor a caernos y entonces estaremos nuevamente listos para creer en nosotros mismos, asumiendo el riesgo de vivir SIN MIEDOS, o con ellos, pero con la certeza de que nada pasa antes ni después. De que el camino no está marcado hasta que decidimos pisar, porque por más de que vayamos guiados por un rastro, son nuestras propias huellas las que contarán esta historia y no hay otra, no hay más.
El coraje se forja con la intensidad de las pruebas, así como el carácter se pule con la fuerza de los obstáculos y el verdadero guerrero se hace con la experiencia de las batallas dadas. Por eso la revelación de la sabiduría no es cuestión de teoría sino de la demostración a través de la práctica, y sólo demuestra su talento quien se atreve a fracasar porque sabe que la falta de acción ya es en sí un fracaso, mientras que el intento de algo diferente, la prueba y el error, son parte de un crecimiento necesario para la transformación, para la CREAción y consolidación de un sueño que se convierte en realidad en el momento en que quien lo sueña osadamente se levanta a hacer que este pase.
Tal vez esa es la sutil pero letal diferencia entre un iluso y un soñador: el ilusión imagina y bosquejea ideales mientras que el soñador proyecta y se compromete con que esa sea su más próxima realidad. Tal vez es esa también la pequeña distancia que hay entre los caballeros de armadura y los guerreros de sangre; los primeros cuelgan sus triunfos sobre su pecho y los exhiben con orgullo para ser reconocidos, mientras que los segundos terminan una batalla y se alistan para la siguiente con la firme convicción de defender su nombre y proteger a los suyos logrando así ser APRECIADOS.
Siempre existirá la opción de renunciar a tus sueños pero la satisfacción y el sabor de gozártelos sólo llegará cuando elijas no dejar de soñar y pararte a trabajar por ellos.
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