sábado, 27 de agosto de 2016

Se me acabó la crema

Hace mas o menos 5 meses compré en PriceSmart un tarro de crema para el cuerpo gigante y pensé que nunca se acabaría. Esta mañana, después de bañarme y como es ya costumbre, empecé la rutina: anti solar, crema para peinar y seguía con la del cuerpo, cuando para mi sorpresa, después de terminar con las piernas, me tocó prácticamente exprimir el tarro para sacarle el último poquito y poder seguir con la espalda... El tarro, contra todo pronostico, se acabó. Ahora, además de tener la espalda menos suave que el resto del cuerpo, me viste una sensación de que el tiempo pasó y ya va siendo hora!!!
Es alegría y satisfacción, también algo de intriga y por qué no? un poquito de vacío en el estómago; no como mariposas volando, sino como descolgada de montaña rusa, que asusta pero termina estirándote la boca logrando una enorme sonrisa.
Llevo un tarro entero de crema gozándome esta ciudad a conciencia y literalmente hasta la última gota. He podido disfrutarme cada día sin reservas y con eso mi corazón está más que contento. Todavía falta un poco y hay aún cosas pendientes que tendré que concretar, como la empacada por ejemplo; pero lo más importante no necesita maleta porque me lo llevo puesto, y es la satisfacción de lo vivido, la gratitud de haber compartido parte de este camino con personas FANTÁSTICAS, el amor de quienes se han gozado conmigo mi locura.
Este último tiempo ha sido sencillamente MÁGICO. Como parte de mi plan de vivir sin plan, he tenido encuentros que me desordenaron la agenda y hoy se convierten en otra nueva inspiración para seguir arriesgándome, para seguir amando, para volver a creer y abrazando el miedo dar un salto al vacío para DAR y darme sin restricción ni garantías, pero eso sí con todo el corazón. No importa que venga después si lo que está siendo es lo que es... y es mi verdad! SOY.
Tengo la piel cubierta de emociones, la espalda también. Hoy no hace falta la crema porque no hay nada que suavice más que el AMOR y así me siento, llena de amor.
En una bici que me lleve a todos lados, seguiré... y de pronto, si así escribo la historia, nos volvamos a encontrar. Por ahora: VIVIR, AMAR Y YA!!!

martes, 26 de julio de 2016

Del tiempo... el que es, el que somos.

-       - No importa, otro día será. Todavía  hay tiempo.

-  Tiempo… solo hay tiempo en la medida en que estemos, porque cuando dejamos de estar, no vale que exista el tiempo, no lo tendremos igual.

- Qué quieres decir con eso?

            - Que lo que no está siendo, ya no será. Lo que pasa, es la suma de una infinidad de circunstancias alineadas espontánea o fríamente calculadas, que solo pueden ser en la inmediatez del momento en que están siendo. Jamás volverán a ser en la misma medida, en el mismo momento; y si no hicimos que fueran, entonces ya no serán, no así, no ahora!
- Como quien dice, perdimos la oportunidad.

            - Esta, sí. Otro día será otro día, no este, no uno igual.

- Pero puede ser mejor…

            - También puede simplemente no ser. Actuar sobre el supuesto de que hay mas tiempo que el que está siendo, es arrebatarnos el chance de ser y existir. El tiempo, además de relativo, es ajeno, caprichoso y …

- Despacio!  Me cuesta seguirte porque entiendo que entonces que el tiempo es, acaso una ilusión?

            -  El tiempo es mientras somos. De qué te sirve contar con el tiempo en que no estas siendo? En ese sentido sí es una ilusión. No tienes otro tiempo, otro día ni otra oportunidad que espere a que quieras ser. No será la misma, no será ahora.

- Creo entonces que he perdido tiempo…

            - No solo tiempo, te has ido perdiendo de ser también.

- Pero no siempre se puede, no siempre hay que hacerlo todo.

            - No, todo no. Solo puedes hacer lo que estás haciendo, que es lo que elegiste hacer mientras eres en el tiempo que tienes. Siempre puedes hacer, qué? y cómo? Eso ya es otra cuestión, pero siempre que estés presente podrás hacer, por ende ser; pero solo por el rato que estés siendo, no antes, no después.

- Así que, otro día no seré?


            - No hasta que a ese “otro día” le llames presente. Pero mientras tanto ese “otro día” no es, no eres, por lo tanto, no cuentes con él, y siempre, SIEMPRE cuenta contigo.

miércoles, 13 de julio de 2016

A la mujer del espejo…

Llevo poco más de dos días insatisfecha con nuestros acostumbrados encuentros cada mañana, en el gimnasio, después de almuerzo y antes de irme a dormir; y hoy, con lágrimas en los ojos quiero pedirte perdón. Quiero abrazarte fuertemente hasta fundirnos en nuestra totalidad, aceptando cada una de las partes tal y como son: imperfectas, pero únicas e irrepetibles, grandes, suaves, algunas duras y otras blanditas, naturales y finalmente nuestras, y por eso, solo por eso, simplemente maravillosas. He sido dura y podría decir que hasta cruel con esa mujer que se refleja en el espejo, conmigo. Ahora lo reconozco con algo de vergüenza porque soy consiente de que no ha sido mi mirada, sino la de una colectividad adicta a las formas y fanática de una estética irreal, la que ha hecho los juicios que han generado en mí este espantoso descontento al cual hoy renuncio irrevocablemente.

Quizás sea verdad, quizás tengo unos kilos de más como resultado de haberme saboreado la vida con una excelente compañía. A lo mejor no tengo un tono de piel parejo porque esta vez el sol, a diferencia del pincel de Photoshop, no dejó su huella ordenadamente y con la misma intensidad en todos los pliegues de mi cuerpo. También es cierto que por estar explorando y descubriéndome en el mundo, tengo ahora unos morados y raspones muy poco atractivos decorándome los brazos y las piernas. Es verdad, la mujer que se refleja hoy en el espejo no es una mujer perfecta, pero nunca lo ha sido y afortunadamente nunca lo será, porque serlo implicaría dejar de ser YO.

Por eso quiero pedirle perdón a esa mujer, a mi mujer. A la mujer que esta última semana he observado, y al mismo tiempo regañando por no ajustarse a unos estándares que definitivamente no son los míos. No quepo y genéticamente jamás podré caber en las medidas que exige una belleza lejana a mi verdad. No quepo pero tampoco estoy interesada en caber, si para eso tengo que adelgazar los cachetes en que termina la sonrisa que me produce la cucharada final de un postre; no me interesa, si para hacerlo debo incrementar mi rutina en el gimnasio, disminuyendo así el tiempo que tengo en el día para escuchar las historias de otros y apretar las manos de quienes me rodean.  No, si eso implica negarme a andar en bicicleta y disfrutar del viento pasearse por mis brazos, del sol colorear arrítmicamente mis piernas y de uno que otro mosquito hambriento dejando la huella de su visita. Definitivamente no me interesa caber.

No me interesa y por eso hoy me pido perdón. Me pido perdón por haberme distraído en el reflejo de mis curvas y el relieve de mis cicatrices. Perdón por olvidar que ese reflejo no eso otra cosa que el hermoso resultado de una vida de aprendizajes y enorme gozo; de una invención constante de la mujer que soy, que a veces se excede y se deja atrapar por la ansiedad, porque es humana, porque cae en las tentaciones y no siempre sabe decir que no a tiempo, pero que a la vez es capaz de reaccionar, parar y volver a empezar. Me pido perdón por darle mas importancia a las voces de afuera, que a la melodía interior de mi cuerpo que siempre me acompaña y sabiamente me indica el compas que mejor me conviene. Hoy, compasivamente me pido perdón.

Pero de nada sirve el perdón si no hay reparación, por ende hoy quiero volverme a mirar con amor y reconocer  en mi la belleza, única y diferente, pero bella. Reconozco que el músculo mas definido que tengo es el de mi sonrisa, pues soy una mujer que llora y se pone triste porque tiene problemas y dificultades, pero nada de eso ha logrado robarme mi felicidad. Reconozco que tengo fuerza y soy capaz de levantarme sin importar el peso de las circunstancias, porque además de contar conmigo, estoy rodeada de gente maravillosa que me acompaña a dar mis batallas. Soy linda con mi piel multicolor que se sonroja cuando estoy nerviosa, cuando me em…pongo brava y me invade el pánico, y que después de respirar profundo vuelve a su color natural. Soy bonita con mis dudas, con el pelo enredado y mis principios claros. Soy loca, atrevida, desordenada, inquieta, sincera, torpe, lanzada, terca y algo obsesiva… así soy, hermosamente imperfecta y en construcción.  

Entonces a ti, mujer del espejo, quiero agradecerte y pedirte nuevamente perdón. Hoy te veo más allá del reflejo y recuerdo el camino que hemos recorrido para estar aquí frente a frente, hoy vuelvo a tomarnos fuertemente de la mano para seguir caminando a nuestro ritmo y con audífonos, si es necesario, para que las voces de afuera sean solo ruido y nunca más se conviertan en la melodía de nuestro propio baile.


(Me he permitido hacer pública esta carta que me escribí hoy, por varios motivos: el primero es por que sé que esta es mi batalla, pero también la de muchas otras mujeres que no caben y no cabrán. El segundo porque considero que aunque una realidad no sea la nuestra, no quiere decir que esa realidad no exista, y conocerla pueda que no la cambie, pero por lo menos nos hará conscientes de la manera en como directa o indirectamente estamos ayudando o empeorándola. Y el tercero, aunque podría decir simplemente porque me da la gana, prefiero justificar esa gana con mi deseo e intención de ser una voz o “letra” de conciencia que ayude a cambiar la manera en como estamos valorando la belleza y en como nos estamos reconociendo ante nosotras mismas y la sociedad.) 

viernes, 22 de abril de 2016

Renuncié a ser flaca y ahora me AMO.

Hace algunos años, no recuerdo cuantos con precisión, cambié el reflejo del espejo por el de las miradas de una sociedad contaminada por una horrenda enfermedad llamada apariencia. Y desde entonces comencé una batalla injusta contra mi cuerpo, que me ha llevado a bailar entre la talla cero y la catorce; a repudiar la comida tanto como la mierda y a volverla a amar sin querer separarme de ella. Me hice consciente de mi enorme fuerza de voluntad, una fuerza tan grande que me quizo matar, que me enseñó los extremos y que también, me sacó del infierno. Perdí la noción del tiempo, entre otras muchas cosas que perdí, y al hacerlo olvidé que la moda es pasajera y prescindible a diferencia de mi cuerpo, que aunque también es pasajero, me resulta imprescindible para estar aquí y ahora haciéndome ser la hermosa alma viajera que hoy "reconozco" y sigo conociendo cada día. 


Para esos días de trastorno, el placer se me volvió una culposa rutina que hizo desaparecer el encanto producido por la satisfacción que da el cumplir un propósito o alcanzar una meta, y se convirtió entonces en una enviciante manera de desahogar la inconformidad que sentía al no caber en el molde. No había manera de saciar mis ganas de darle gusto a... Todavía me pregunto a quién. 



Sin darme cuenta en qué momento, estaba más allá de mi objetivo y aun así no era suficiente... estaba completamente vacía, tanto como un cilindro sin fondo, como un pitillo que se deja atravesar por un soplido o un suspiro. Y fue quizás eso, un suspiro de amor perfumado con dolor, lo que me despertó y me invitó a cerrar los ojos para mirar con el alma y regresar a mi esencia. 



Abrí mis ojos y le fui infiel al silencio para regresarle el volumen a mi voz y pedir ayuda gracias y a pesar del miedo. Con una bandera blanca en la mano me paré nuevamente frente al espejo dispuesta a abrazar mi reflejo, a validar mi historia, a reconocer la imperfección que me hace ser quien soy y finalmente dejarme enamorar así, tal cual: con estrías, despelucada, sensible y compleja, que a veces resulta seria y otras no tanto; con cicatrices y kilos en desorden confidentes de manjares ahora siempre disfrutados y sin remordimientos. Enamorarme de mis huesos, de mis pataletas, del brillo de mis ojos que me revelan cuando elijo el silencio; de mis pies grandes que se salen del promedio, de mi piel sutilmente decorada con una que otra peca como recuerdo de los momentos en que quise conversar con el sol. También de las manchas, negras como mi humor, que se quedaron en mis rodillas refugiando millones de aventuras en el árbol de atrás, la bici y la tapia de la casa del vecino. 



Hoy nuevamente me miro al espejo con el alma desnuda y mi cuerpo vestido con el liviano traje de la reconciliación. Hoy escribo abiertamente sobre esto porque hace parte de mí pero no es lo que soy; escribo porque sé que he sido parte del problema al validar estándares de belleza que se convierten en asesinos silenciosos. Escribo porque sé que las palabras son mi mejor herramienta, que mis pensamientos mi más fuerte sexapeal y mis vivencias mi más valiosa posesión; porque le doy el mismo valor a la sonrisa de mi foto de perfil, que a las historias que la provocan. Y finalmente escribo con la esperanza de ser para alguien más ese suspiro de amor que un día me atravesó para recordarme que lo esencial es invisible a los ojos, y que la belleza no tiene talla porque la autenticidad no tiene medidas.

viernes, 8 de abril de 2016

UN AÑOS MAS O UNO MENOS...

Este año, además de ser la última vez que celebre mis veintes, dejo de hacer parte de la población joven del país, para empezar a pertenecer a la denominada edad adulta según la ley en Colombia. Más allá de lo que estadísticamente esto pueda significar, que en el fondo para mí podría parecer intrascendente, el tema me ha puesto a reflexionar un poco más de lo que a consciencia hubiera querido... Este año, adicional a agradecer los millones de motivos que tengo para hacerlo, he tenido el coraje de preguntarme por mis pendientes, que no son necesariamente mis propósitos ni mis deseos, sino esas "tareas" que creo me han sido asignadas o me he asignado yo misma para justificar mi paso por la tierra. Digo que he tenido el coraje, porque hacerlo me ha significado enfrentarme completamente desnuda ante mi ego, para evaluarme con honestidad radical y sin contemplaciones. 

Reconocí en ese ejercicio que 29 años no me han sido suficientes para dar y darme, para entregar lo que soy porque he sido tímida al manifestar mi confianza en mí misma... Tal vez con los años he perdido algo de atrevimiento y por momentos he permitido que me ganen las razones. Reconociendo esto, me motivo a comprometerme con agotar el tanque de reserva, sé que puedo dar aún más. 

No me puedo quejar en cuanto a las oportunidades, las he tenido todas. Todas las necesarias para  aprender lo que hoy me tiene acá, lista para seguir descubriéndome, aprendiendo y aprendiéndome mientras me invento. 

Reconozco también que he vivido al ritmo que la vida me ha propuesto, a veces con deseos de alterarlo o resistirme a él, y finalmente dejándome seducir por su oportuna manera de correr. Los afanes no me han hecho estar más adelante del presente y los retrasos no me han permitido quedarme en el pasado ni detener la llegada del futuro. Por eso reafirmo mi compromiso de estar acá, de vivir ahora y soltar lo demás. 

He sido sincera con el amor y he amado a mi manera ingenuamente. He amado y hoy descubro que lo he hecho con autenticidad; sin embargo ahora comprendo que no ha sido suficiente, que algo de método no me viene mal. El primer amor tiene que ser el amor por mí misma, un amor tan grande que me cuide de amar por fragmentos con pasión y sin razón, o al contrario. Es mejor amar íntegramente para no tener que recoger pedazos cuando las circunstancias cambien. Entonces me comprometo a enamorarme eligiendo amar, y a permitirme ser amada completa, desnuda y de verdad; sin contar las veces que lo haga, porque sé que el amor en mí nunca se va a agotar. 

He vivido y mientras tanto he ido creciendo. Sé que lo he hecho, porque mi cuerpo me lo recuerda insistentemente y en varios momentos. He vivido y no sé cuánto más me quede por vivir. Lo que sí puedo asegurar con toda convicción, es que hoy soy una mujer feliz, y que esa felicidad no es otra cosa que el resultado de 10.590 días de inhalar y exhalar, de dar y recibir confiando en la incertidumbre Divina de un plan que desconozco, pero que de a poquitos voy armando con permiso de equivocarme y volver a empezar, pero eso sí, jamás renunciar. 

martes, 26 de enero de 2016

La visita...

He experimentado la felicidad un lunes por la mañana cuando a pesar de que el reloj ya ha marcado las 10:00 am, el sol todavía no se ha atrevido a salir. También la viví en medio de un trancón que me impedía llegar a tiempo a una cita muy importante, en donde iba a concretar asuntos claves para la ejecución de un proyecto. Acostada en la cama de un hospital, sin poder mover mis extremidades y con un pronostico algo alarmante, sentí en lo mas profundo de mi esa visita espontánea de la felicidad.

La he vivido cerca del mar y en una oscura noche de tormenta. Estando sola en una habitación cerrada, bailé a su ritmo y me fue inevitable detener una sonrisa tan grande como mis labios fueron capaces de extenderse. Y en otra ocasión en cambio fueron las lágrimas las que invadieron mis mejillas y sentí nuevamente la felicidad.

Y de pronto en medio de un paseo en bicicleta, en la cuesta de una montaña o a la vera de un rio casi seco, se ha presentado la felicidad a tocarme las entrañas, a despelucarme la consciencia y alborotarme mi sin razón. Ha venido sola y otras veces acompañada de la melancolía de un tiempo ahora ausente que se llama ayer.

Ha estado conmigo y la he sentido en mi, a veces cuestionándome, siendo cuestionada, sin argumentos pero siempre contundente y majestuosa. La felicidad ha nacido y ciertamente ha muerto también, como en un ciclo que no se detiene y que continua mientras lo hago yo además.

Cambiante, ágil y espontánea, así ha estado en mi la felicidad. Y al revisar su travesía a lo largo de mi vida, noto como es autónoma, no dependiente y original. Noto que nunca ha obedecido a lo de afuera, no ha respondido al ideal; que no se rige por los momentos ni las personas que sean o estén… noto que es ella, es sólo ella y no se deja condicionar.


Su presencia se hace posible cuando me habita, cuando está en mi, sin importar que lo de afuera sea como sea, o simple o complejamente no sea. La felicidad me ha enseñado que es caprichosa, pero dócil cuando la acepto como una forma y no como el fin. Cuando la invito a nacer en mi sin esperar a que sea sembrada, porque soy yo y solo yo quien puede hacer que se quede gracias y a pesar de las circunstancias. 

domingo, 17 de enero de 2016

Canción para amarte.

Quiero ser mía para estar contigo y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre. 

Cada mañana ver el sol salir, y abrazarnos mientras nos decimos lo que en los sueños ya hemos compartido, quiero adorarte y sentir que el tiempo contigo es divino. Quiero dejar de controlar los tiempos y simplemente sonreírle a viento porque su paso no me quita nada y antes me enriquece como tú mirada... 

Quiero ser mía para estar contigo y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre. 

Con cada noche abandonar los miedos y juntos superar nuestros temores, que sea más grande el amor que nos tenemos y el deseo de crecer al tiempo mientras aprendemos. Disfrutar de las hojas que se caen marchitas, y celebrar el nacimiento de unas nuevas que llenan de vida esta melodía... 

Quiero ser mía par estar contigo, y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre.
Solo te ofrezco un noble corazón, no lo regalo solo lo comparto y si lo aceptas debes comprender que esto es un trato de sinceridad en el que juntos vamos a volar, dejando atrás lo que nos pueda atar para que mientras esta historia sea, juntos nos amemos y seamos cómplices de la más bonita realidad... 
Quiero ser mía para estar contigo, quiero besarte sin descansar... Quiero escucharte y sentirte libre para así contigo este caminoooo andaaaar!