Con
la descubierta de la hoja de enero en el calendario, también se revela en
nuestra mente una lista, a veces innumerable, de imágenes, acciones, anhelos,
metas, que esperamos materializar o ver materializados a lo largo del año. Y
luego de 12 meses transcurridos, nos sentamos nuevamente con la lista de
frente, descubriendo que a diferencia de lo que creíamos, no está del todo
chuleada, muchas veces ni siquiera la mitad de ella lo está y ponemos cara de
sorpresa como si algo ajeno a nosotros hubiera fallado, pero que es lo que
realmente pasó, por qué no se cumplió?
Me
atrevería a decir que el éxito o fracaso de esa lista comenzó desde el momento
en que le pusimos un título, sin realmente reconocer la diferencia o el
significado de lo que allí escribíamos; por eso y con el fin de colaborar a que
el próximo diciembre sean más las caras de satisfacción por lo logrado que las
de resignación por lo que pasó, voy a compartir lo que para mi ha funcionado
hasta el momento y es el método que he utilizado para acumular el mayor número
de renglones chuleados por lista. Pero antes quisiera advertir que esto no es
una fórmula infalible y que pueda no funcionar en todos los casos, pero que
creo que tiene mucho que ver con la convicción y compromiso con que elijamos vivir
y llevar siempre la lista debajo del brazo, no como cadena de fuerza pero sí
como guía y luz del camino que emprendamos cada mañana al despertar.
Primero
quisiera comenzar por aclarar algo básico pero a veces confuso, y es la
diferencia entre propósito y deseo, porque es desde aquí que considero empiezan
los problemas que nos afectan con la tarea. Un deseo es un anhelo que va siempre
relacionado a un sentimiento, podríamos pensar que es el resultado de una
emoción ya experimentada o conocida por referencia. No deseamos lo que no
conocemos o sabemos que existe, y cuando lo deseamos es porque eso genera en
nosotros una sensación placentera que satisface nuestro cuerpo, y a niveles mas
profundos nuestro ser. Un deseo puede inclinar nuestra voluntad hacia
determinada acción pero no es en sí un plan que ejecutemos para alcanzar algo,
es simplemente la mentalización de eso que queremos.
Por
otro lado, un propósito es un objetivo que nos planteamos para ser alcanzado
durante un periodo de tiempo y espacio determinado. Es la intensión que tenemos
de hacer algo para obtener algo a cambio, ya sea de índole material o
espiritual. El éxito de nuestros propósitos esta directamente relacionado con
el grado de compromiso que tengamos para cumplirlo; pero evidentemente no es
este el único factor que lo afecta, también entran a jugar un papel importante
factores como nuestra naturaleza, que determina ciertos límites biológicos que
no podemos ignorar, nuestras destrezas o competencias y sobre todo nuestra
capacidad y disposición para aprender y desaprender.
Teniendo
en cuenta lo anterior, es fácil entender porqué no es lo mismo ni es
indiferente escribir Mis deseos para 20XX o Mis propósitos para 20XX, pues es
una cuestión que va más allá de la semántica y que tiene que ver si se quiere,
con la “instrucción” que nos estamos dando respecto a esa lista que con tanta
esperanza y energía hacemos.
Al
titular la lista Mis deseos para 20XX, estamos
exteriorizando, manifestado nuestros antojos, generalmente materiales, para ese
periodo de tiempo. Lo hacemos con la esperanza o cierta confianza de que así se
dará como respuesta del universo a nuestra petición, pues en realidad no
tenemos muchas intensiones de hacer lo suficiente o algo si quiera para que
estos deseos se vuelvan realidad, porque además posiblemente tampoco sabemos
que podríamos hacer para que se dieran. Los deseos se convierten en
aspiraciones que reúnen lo fantástico y lo ideal con lo posible y lo real
dentro de un mismo paquete que pasa a ocupar un lugar netamente pasivo en
nuestras agendas. Deseamos con convicción y entregamos esos deseos a la
Voluntad Divina o al Universo asumiendo que eso ya es suficiente, y entonces
nos sentamos a esperar a que lleguen a nosotros
por la virtud del merecimiento.
Y no
está del todo equivocado pensar que así será, siempre y cuando esos deseos
tengan un objetivo o cumplan con una función que esté alineada a nuestro plan,
o mejor a ese Plan dispuesto para nosotros. Somos dignos de recibir todo
aquello que nos sea imprescindible para cumplir con nuestro proyecto de vida;
sin embargo también tenemos la responsabilidad de propiciar el espacio y el
momento adecuados para que esto pueda llegar a nosotros de forma oportuna.
Es
completamente válido tener todo tipo de deseos del carácter y la dimensión que
seamos capaces de imaginar, pero sólo debemos contar con que se harán realidad
aquellos deseos por los cuales estemos dispuestos a entregar algo a cambio, no
porque todo tenga un precio o deba ser luchado sino por el simple hecho de que
nunca podremos sujetar algo nuevo mientras tengamos las manos ocupadas. La medida de la posibilidad de los deseos se
da en consecuencia de su utilidad para nuestras vidas, que en ocasiones
parecemos no entender, especialmente cuando vemos que pasa el tiempo y nada que
se dan.
Desear
no es asegurar una nueva realidad, es solo abrir la puerta para que sea
posible. El camino que une ese deseo con nuestra existencia es la combinación
de acción, convicción, pasión y compromiso, que todos residen única y exclusivamente
en nuestro interior y cobran vida gracias a la fuerza de los sueños y la
energía de la magia que no se puede explicar ni razonar, solo experimentar con
fe. De ahí que nuestra lista de deseos sea una lista creativa e impresa con
pasión, pero a la vez alineada y coherente con nuestro proyecto de vida, con
nuestra ruta, que como todo, puede y debe cambiar como respuesta a nuestros
aprendizajes y desaprendizajes también.
Y
ahora volvamos a los propósitos. Al titular la lista Mis Propósitos para 20XX estamos casi que diseñando un mapa de
navegación que nos conducirá hacia esa persona que queremos ser, hacia ese
cargo, relación, estado, lugar etc… Podríamos decir que los propósitos son de
alguna manera la forma en que podemos aportar a que nuestros deseos se vuelvan
realidad; es la parte que está en nuestras manos y de la que somos responsables
para que estos sucedan.
Hacernos
un propósito es plantearnos un reto que pone a prueba ciertas capacidades y nos
exige entregar nuestro mejor esfuerzo, que siempre se verá recompensado ya sea
por la satisfacción del objetivo logrado o por el aprendizaje que el proceso
nos habrá aportado. Todo propósito tiene un sentido y valor personal que no
necesita ser validado o aprobado por nadie, pues lo que para alguien puede
parecer intrascendente, para otra persona puede resultar crucial y en ambos
casos tendrán la razón.
Como
todo propósito requiere y demanda de un esfuerzo determinado, es importante
priorizarlos de tal manera que podamos enfocar nuestra finita energía
adecuadamente, para así no tener que renunciar a ninguno. Reconocernos
íntegramente con nuestras limitantes y nuestras competencias, es la mejor
manera de enfrentar los retos que cada propósito representa, sin asustarnos ni
caer en la tentación de abandonar el camino. En la medida en que somos capaces
de aceptar que siempre habrá algo nuevo que aprender y que estamos en un
constante proceso de auto creación, lograremos disminuir la brecha que nos
separa del feliz término de nuestros objetivos e incrementaremos nuestro poder
dejándonos maravillar con lo que hasta entonces nos era desconocido.
Cuando
exponemos nuestros propósitos, mas que ponerlos en riesgo o incrementar su
vulnerabilidad, estamos permitiendo que lo que en algún momento respondía a un
objetivo personal, entre a ser parte de un objetivo colectivo, lo que
automáticamente nos permitirá recibir ayuda y apoyos estratégicos que nos
liberen cargas para re direccionar nuestra energía hacia otros propósitos
igualmente importantes. Un propósito colectivo
suele estar más cerca de ser realidad en tanto tiene a su disposición mayor energía y atención; pero igualmente
corre el riesgo de que el exceso de manos disponibles, lo pierda al dejarlo
caer por entre los dedos de no haber el contacto suficiente entre unos y otros.
Ahora
bien, pasando a la práctica comenzaré a contar la manera en que a mi me ha
funcionado hacer mi lista de propósitos y deseos para iniciar un año y que
espero les haga algo de sentido y les sirva para hacer la suya propia. No sin antes
recordar nuevamente que ésta no es la única forma, es simplemente una forma más
de la que doy fe, puede funcionar.
Empecemos
entonces por los propósitos. En una hoja lo suficientemente limpia como para
poder escribir claramente esa lista que estaré revisando constantemente a lo
largo del año, hago un cajón con dos columnas amplias. En la primera columna
pongo como título PROPÓSITOS y en la siguiente ACCIONES. Empiezo a enumerar mis
propósitos dándole prioridad a aquellos con los que siento mayor compromiso o
los que de alguna manera me significan un reto mayor. Por qué? porque con
seguridad asimismo serán los beneficios que obtenga tras su cumplimiento. Una
vez haya escrito todos los esos propósitos, nunca menos de 4 ni más de 8, al
frente empiezo a escribir posibles acciones que me puedan ayudar a cumplir con ese
propósito, tratando de que éstas sean muy concretas y específicas. Voy a poner
un ejemplo que no corresponde con la realidad pero que ilustra claramente lo
que quiero decir:
Propósito:
Ocupar
el 10 puesto en la Maratón Atlética de la ciudad.
(Aquí
expuse claramente el objetivo final que aspiro alcanzar)
Acciones:
+
Correr 4 veces por semana durante 3 meses y 5 veces durante los siguientes 2
meses previos a la maratón.
+
Incrementar mi masa muscular en un 8% con respecto a la actual.
+
Visitar un médico deportólogos que me oriente con el estiramiento adecuado para
el ejercicio.
(Como
pueden ver, las acciones pueden involucrar a terceros y no siempre hacen
referencia a mis capacidades físicas tanto como a las condiciones del entorno
en el que pretendo llevar a cabo dichas acciones.)
Cuando
he completado las dos columnas, leo la hoja en silencio y nuevamente en voz
alta para mi misma, visualizándome en el
momento en que ya los he cumplido y dejando que mi cuerpo sienta esa sensación
tan placentera de satisfacción. A veces me ayudo trayendo a mi mente algún otro
recuerdo de un propósito ya conseguido y lo revivo haciendo un movimiento leve
y consciente que me ancle a ese momento, por ejemplo una pequeña palmada en la
espalda acompañada de una sonrisa. Y esto para qué? pues bien, en planos todo
luce perfecto pero cuando se trata de acercarnos a la realidad, aparecen las
dificultades que nos hacen perder el interés o las ganas de continuar
trabajando por ese propósito. En esos momentos es bueno volver a recordarnos
esa deliciosa sensación y para eso usamos el ancla: volver por medio de ese
movimiento leve pero consciente, en este caso la palmada en la espalda
acompañada por una sonrisa, a experimentar en nuestro cuerpo la satisfacción
que nos motivará a seguir en la marcha.
Después
de hacer este ejercicio, ubico la lista en un lugar lo suficientemente visible
como para tenerlo siempre presente, pero lo suficientemente seguro como para
que no se dañe con el paso de los días. Como pueden ver no es nada del otro
mundo, es solo un orden diferente y tal vez más consciente de hacernos contratos
personales con remuneración personal y supervisión personal; es una forma de
disfrutar de la caminata con cada paso que damos sin esperar a gozar solo al momento de la llegada a la
meta.
Y en
cuanto a los deseos, bueno en esa lista me permito algo más de libertad y mayor
flexibilidad, pero no por esto menos compromiso o pasión. Empezando porque no
lo hago a manera de lista sino más bien de dibujo o lo que es más conocido como
mapa de sueños. En el centro ubico una imagen que represente mi mayor anhelo
para ese periodo de tiempo específico, por ejemplo un corazón en caso de que
sea el amor el mayor protagonista de mis días. Elijo un protagonista sin decir
con esto que descarte otros factores, solo haciendo énfasis en que ese será mi
motor, mi mayor movilizador durante mis actividades.
Una
vez haya determinado ese centro, dejo que sea según mi intuición, la
creatividad del momento la que me permita seguir ubicando a su rededor todo
aquello que a consciencia, y por a consciencia quiero decir conectada no desde
mi individualidad sino desde mi aporte con un gran colectivo y alineada con mi
plan de vida, llegue a mi mente en forma de deseo. Aquí quisiera detenerme para aclarar que no
está mal tener deseos de beneficio personal, en lo absoluto, y que tenerlos no
quiere decir tampoco que no estemos aportando con ellos a un bienestar
colectivo. A lo que me refiero cuando hablo de deseos a consciencia, es de esos
deseos que no sólo satisfacen un anhelo físico puntual o quizás fugaz, sino que
con su llegada aportan a mi crecimiento como ser humano y por ende al bienestar
colectivo. Hablo entonces de todo aquello que construye, que crece e inspira y
que llena más que un espacio físico, que no responde a una necesidad
superficial sino que alivia o recompensa el espíritu.
Junto
a cada deseo que pinto, escribo o recorto y pego, hago una pequeña marca
personal para darle mi toque, un toque de unidad a todos los deseos para que
estos mantengan una conexión entre ellos y de esta manera logre yo con
asertividad armonizarlos en mi vida sin perder el equilibrio entre unos y
otros.
Estamos
con esta última indicación llegando ya al final de este texto pero no quisiera
terminar sin antes recordar que por encima de todos nuestros deseos y de todos
nuestros propósitos, existe ya en nosotros un sentido de vida que nos hace
estar aquí y ahora, y que la mejor manera de descubrirlo es atreviéndonos a
vivir desde el servicio, desde la compasión de vivir en un solo cuerpo atado a
millones de almas hermanas que nos hacen el todo del que somos parte.
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