sábado, 26 de diciembre de 2015

Mas que borrón y cuenta nueva!

Terminar un año, cerrar capítulos y apostarle a nuevos momentos para continuar con la eterna tarea de crecer, mientras caminamos y hacemos camino. Al leer mi lista de propósitos para el año que estamos próximos a terminar, concluyo que definitivamente la historia se escribe mientras se vive y no mientras se planea, porque todo lo que es, lo que pasa, toma forma y fuerza sólo en la medida en que el tiempo presente nos premia con la posibilidad de vivirlo, y nosotros valientemente asumimos el reto.

Planear siempre será una buena forma de prevenir y organizar las opciones de lo que queremos que ocurra, pero nunca garantía de que eso que queremos que ocurra, verdaderamente sea así, tal cual lo diseñamos. Planear es una estrategia muy valida para economizar recursos, elegir medios, encontrar alternativas y sugerir rutas; es sin duda un acto responsable y en la mayoría de los casos, consciente, que nos ayuda a organizar nuestros propósitos y orientarnos hacia ellos. Sin embargo, no puedo dejar de reconocer la dificultad que tengo para planearME. Soy adicta al momento, al presente, al ahora. Me implica un gran esfuerzo hacer agenda a largo plazo para vivir mi vida, por lo que prefiero ir actuando sobre el camino sin tanto protocolo y de cierta manera improvisando con lo que hay y con quien estoy siendo. No por eso dejo de tener metas, de soñar mañanas y de proyectar destinos, pero le huyo al detalle de lo que puede ser, muy en el fondo creo que por el miedo a lo que pueda generar en mi que no se den mis “planes”. Quizás también por no tener que hacerme o creerme responsable de lo que no está en mis manos y mas bien ocuparme al 100% de lo que sí puedo cambiar y sobre lo que sí tengo algo o todo el poder.

Escribo lo anterior mas que como una justificación a lo que para muchos será falta de visión o miedo a las responsabilidades, como una explicación para mi misma del porqué de mis propósitos algo abstractos e inmateriales. Me entiendo ahora como una aficionada y hasta obsesiva con moldearme como una escultura que nunca estará terminada, o a la que por lo menos no creo alcanzar a ver lista. Mientras tanto me disfruto el proceso de diseño y reformación, viviendo intensamente el agotamiento, la desilusión, el entusiasmo, la satisfacción, la euforia, la alegría y en general todas y cada una de las sensaciones y emociones que llegan a mi  a lo largo de la travesía.

Con el paso de los años, que por alguna razón parecieran ser mas cortos que antes, he descubierto que mis propósitos y deseos de año nuevo son cada vez menos costosos pero mas valiosos, más sencillos pero requieren de mí, mayor esfuerzo y compromiso. La mayoría se relacionan con los demás y lo demás, pero dependen de mi y de ahí mismo parten. Cada año que pasa la lista se vuelve mas concreta y cumplible, en tanto va, en su mayoría, enfocada a un objetivo en común que tiene mucho que ver con la plenitud de mi ser, con la felicidad. Siento cada vez mas la necesidad de alivianar mi equipaje, de soltar y dejar atrás mucho; de abrirme a lo que venga sin afán de atrapar nada… solo mi profundo deseo de seguir descubriéndome en este mundo cambiante, de desaprender, de compartir y sobre todo de DEJAR VIVIR.   

Me sorprende también con el paso de los años que cada vez es más y más lo que desconozco, lo que puedo volver a reconocer y lo que está conmigo, pero antes no era consciente o simplemente no lo recordaba. Me desconcierta seguir sorprendiéndome de la existencia, de la mía y de la de los demás y lo demás; de la inmensidad, de la belleza de lo imperfecto y de la magia de la vulnerabilidad incesante que nos hace paradójicamente grandes y capaces. Cada vez me enamoro mas de la vida y disfruto de la muerte que me permite volver a nacer diariamente, abrazando mis miedos e invitándolos a conversar, a veces, solo cuando estoy valiente.


Y bueno, retomando mi revisión de propósitos para 2015, se apodera de mi una enorme complacencia y sentimiento de gratitud por todo lo vivido durante estos 300 y tantos días. Fue un año de aprendizajes, logros, satisfacciones y planteamiento de nuevos retos y compromisos para el año que viene. Un año difícil de definir en una sola palabra e incluso de sintetizar en una frase como he solido hacerlo en años anteriores… ha sido un año diverso en el que he sido una mujer indiscutiblemente feliz. Deja entonces para mi unos parámetros bastante altos que me retan a hacer del año que viene uno excepcional, en donde cada día sea la oportunidad única de reconocerme responsablemente y ser feliz en el entorno, viviendo y dejando vivir. Por esto ahora mi mayor compromiso es enfrentar mis dificultades, mis miedos, y gracias y a pesar de la incertidumbre de lo que pueda venir, hacerme propósitos que me reten a dar lo mejor de mi misma, a continuar moldeándome sin pesar o lástima, y en cambio sí sacando provecho de la luz que hay en mi, reconociendo también la oscuridad que humanamente me habita.    

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