martes, 26 de enero de 2016

La visita...

He experimentado la felicidad un lunes por la mañana cuando a pesar de que el reloj ya ha marcado las 10:00 am, el sol todavía no se ha atrevido a salir. También la viví en medio de un trancón que me impedía llegar a tiempo a una cita muy importante, en donde iba a concretar asuntos claves para la ejecución de un proyecto. Acostada en la cama de un hospital, sin poder mover mis extremidades y con un pronostico algo alarmante, sentí en lo mas profundo de mi esa visita espontánea de la felicidad.

La he vivido cerca del mar y en una oscura noche de tormenta. Estando sola en una habitación cerrada, bailé a su ritmo y me fue inevitable detener una sonrisa tan grande como mis labios fueron capaces de extenderse. Y en otra ocasión en cambio fueron las lágrimas las que invadieron mis mejillas y sentí nuevamente la felicidad.

Y de pronto en medio de un paseo en bicicleta, en la cuesta de una montaña o a la vera de un rio casi seco, se ha presentado la felicidad a tocarme las entrañas, a despelucarme la consciencia y alborotarme mi sin razón. Ha venido sola y otras veces acompañada de la melancolía de un tiempo ahora ausente que se llama ayer.

Ha estado conmigo y la he sentido en mi, a veces cuestionándome, siendo cuestionada, sin argumentos pero siempre contundente y majestuosa. La felicidad ha nacido y ciertamente ha muerto también, como en un ciclo que no se detiene y que continua mientras lo hago yo además.

Cambiante, ágil y espontánea, así ha estado en mi la felicidad. Y al revisar su travesía a lo largo de mi vida, noto como es autónoma, no dependiente y original. Noto que nunca ha obedecido a lo de afuera, no ha respondido al ideal; que no se rige por los momentos ni las personas que sean o estén… noto que es ella, es sólo ella y no se deja condicionar.


Su presencia se hace posible cuando me habita, cuando está en mi, sin importar que lo de afuera sea como sea, o simple o complejamente no sea. La felicidad me ha enseñado que es caprichosa, pero dócil cuando la acepto como una forma y no como el fin. Cuando la invito a nacer en mi sin esperar a que sea sembrada, porque soy yo y solo yo quien puede hacer que se quede gracias y a pesar de las circunstancias. 

domingo, 17 de enero de 2016

Canción para amarte.

Quiero ser mía para estar contigo y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre. 

Cada mañana ver el sol salir, y abrazarnos mientras nos decimos lo que en los sueños ya hemos compartido, quiero adorarte y sentir que el tiempo contigo es divino. Quiero dejar de controlar los tiempos y simplemente sonreírle a viento porque su paso no me quita nada y antes me enriquece como tú mirada... 

Quiero ser mía para estar contigo y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre. 

Con cada noche abandonar los miedos y juntos superar nuestros temores, que sea más grande el amor que nos tenemos y el deseo de crecer al tiempo mientras aprendemos. Disfrutar de las hojas que se caen marchitas, y celebrar el nacimiento de unas nuevas que llenan de vida esta melodía... 

Quiero ser mía par estar contigo, y compartir contigo este camino, quiero que tengas el mejor sabor del beso que te doy porque te siento libre.
Solo te ofrezco un noble corazón, no lo regalo solo lo comparto y si lo aceptas debes comprender que esto es un trato de sinceridad en el que juntos vamos a volar, dejando atrás lo que nos pueda atar para que mientras esta historia sea, juntos nos amemos y seamos cómplices de la más bonita realidad... 
Quiero ser mía para estar contigo, quiero besarte sin descansar... Quiero escucharte y sentirte libre para así contigo este caminoooo andaaaar!